Un día, hace varios años, había quedado con una amiga para hacer el sexo en su casa.
El camino hasta allí desde mi hogar, transcurre por una laaaaarga y sinuosa calle, que puedes tardar 30-40 minutos en recorrer.
Inicié el paseo confiado. Con ganas, incluso.
Poco a poco, dar el paso siguiente se me hacía más complicado. Empezaba a pensar y repensar lo que iba a suceder. La exposición al cuerpo, a la carne, al sentimiento.
Que no, no recuerdo cual fue el motivo que me hizo pensar "me doy media vuelta". Pero sé que, no sé, sé que tuve miedo, que llevaba mucho sin follar y tenía miedo de correrme muy rápido. Miedo de no estar a la altura. De no ser el hombre que se esperaba que fuese.
Vaya, que lo que me hizo dar la vuelta fue la tremenda presión que también sufrimos los hombres sobre nuestro rendimiento sexual...
Y hoy en día puedo decir que lo siento.
Que muy gustosamente quedaría con esta mujer, para retomar aquella "conversiación" nunca terminada, apenas empezada.
Lo siento. Tal vez un día volveremos a tener una oportunidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario