Me dispongo a ver porno.
Al principio, todo bien, todo bonito. La clase de plano que me gusta, las categorías ya preseleccionadas, el volumen bajado cero...
Imágenes sugerentes, que no tentadoras, desfilan por la pantalla del ordenador levantando al señor Pene.
Y si, bueno, se puede decir que lo que veo mientras la mano sube y baja mecánicamente cumple su cometido: da para paja.
Pero, oh, horrores! Al terminar ( yo, no el vídeo, faltaría más ), no puedo evitar pensar siempre en dos cosas:
Una, es que ya descargada la testosterona de esta manera sencilla, ¿ Quién puede tener la necesidad de complicarse la vida follando por ahí ?
Dos: Qué terribles e incómodas me parecen ahora las mismas imágenes que antes veía y me parecían, digamos, correctas.
En serio, qué chungo es ver porno sin estar cachondo.
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