miércoles, 24 de febrero de 2016

Anotación 64

Yo tuve novia una vez, creo que ya lo he dicho en alguna ocasión. Con ella viví aventuras varias, siempre con finales terribles.

Un día me dijo "tenemos que probar cosas nuevas", y yo, a pesar de no saber lo que se me venía encima en un futuro no muy lejano, (véase Anotación 33) temí por mis integridades, la física y la moral.

Como ya todo el mundo se imagina, me niego, alegando que el estilo tradicional, sin sobresaltos ni sorpresas desagradables es el que más me gusta.

Ella, que no quiere que por mi mutismo y mi falta de libido se vaya la relación al carajo (me quiere dejar por follar poco y mal, hay que joderse), y que ella quiere probar cosas nuevas. Que le atrae sobre todo el fetichismo de los fluidos corporales (JODER, SI ES QUE LO QUE SE NARRA EN LA ANOTACIÓN 33 ESTABA YA MÁS QUE CANTADO!) y que algún día, habrá que probar.

Yo me escandalizo.


Inamovible en sus empeños, un día me asalta en la ducha. Se desnuda sugerentemente, se mete dentro del pequeño receptáculo, evidentemente insuficiente para los dos, y tras un par de besos, me dice al oído:

-Aprovechamos la ducha para probar algo? Con el agua casi no se va a notar.

A pesar de mi razonamiento de "si casi no ve va a notar, por qué no lo dejamos y ya está?", ella insiste. Insiste en hacer un poquito de pis sobre mi pié. Y que yo haga lo mismo con ella.

Y antes de que me dé tiempo de echarme el champú dentro de los ojos para poder salir huyendo, ya está ella de cuclillas orinando sobre mi pie. Mi precioso, terso y de la talla 44 pie.

Y recorriéndome un espantoso escalofrío por todo el cuerpo, levanto un dedo acusadro y exclamo:

-Amiga... abstente de seguir haciendo esto si no quieres que tu novio se convierta en una masa de átomos sin oficio ni beneficio.

Se rió, la muy sinvergüenza.

Me pregunto si hoy en día habrá conseguido convencer a su actual pareja de realizar tamañas excentricidades. Me los imagino a ámbos, duchándose postcoitalmente, riéndose, comentando las mejores jugadas, y tal vez ella tiene a bien de contarle, a modo de anécdota, los terribles acontecimientos que suceden en la Anotación 33.

Me gusta imaginarlo así.

jueves, 18 de febrero de 2016

Anotación 63

Creo que eres la chica más guapa que haya visto en la vida.

Es una lástima que, por los motivos laaaaaargamente explicados en este blog, todo se vaya a quedar en un suspiro al aire, un recuerdo de algo que un día pensé. Una canción que escribir en el futuro.

La edad perfecta para quedarse con la culpa, y no con las ganas, decían...

Y un carallo. En mi caso, es la edad (o el momento, o lo que sea) perfecta para quedarme con ambas cosas.

Ya lo dije una vez en una entrada anterior. No todo son risas y gracias en el mundo de la genofobia.




Ay!

domingo, 14 de febrero de 2016

Anotación 62 (Especial San Valentín)

Ah, amiguitos y amiguitas... Esperábais una anotacion especial por ser 14 de febrero eh?

Pues iba a no hacerla, pero ahora, ahora mismo, mientras escribo, acabo de recordar una anecdotilla que sucedió un 14 de febrero. Aviso, eso si, que esta entrada es light, y no tiene casi que ver con genofobias, ni sexos, ni cosas.

14 de febrero. Llueve que te cagas. Hay una chica que me gusta, con la que he tenido una historia turbulenta (de estas de ahora si, ahora no, ahora si pero tengo novio, ahora no pero no tenemos pareja ninguno de los dos...). Yo tengo la feliz idea de ir a visitarla a su casa. Su casa está en el quinto carajo y hay que hacer dos transbordos de autobús.

Compro en una tienda una rosa de estas de gominola de dos euros y pico, quedándome con el dinero justo para los dos buses. Se entiende que el camino de vuelta lo haré con las dos patitas que diosallahyahwebudakrishna me ha dado.

El caso es que, resumiendo mucho, habiendo quedado con ella a las 6 en su casa, le aparezco a las 9 y media, mojado, frío, sin mochila, sin rosa y sin hostias.

Resulta que perdí uno de los buses. Al cogerlo, bajarme y hacer el transbordo, me equivoqué de autobús. Autobús en el que se quedó mi mochila junto a la rosa de gominola (que si lo llego a saber me la como). La mojadura la cogí al tener que ir andando desde el quinto carajo hasta otro quinto carajo, más lejano todavía.

Todo ello para llegar hasta arriba, que me diese un abrazo, hablásemos de dos chorradas y me mandase a mi casa de vuelta.

Ah, por cierto, todo este lío viene porque habíamos quedado en el tanatorio que hay al lado de su casa (precioso lugar, verdad?), y yo, que soy una parodia de mi mismo, aparecí en otro tanatorio, en la otra punta de la ciudad. De ahí la necesidad de coger los autobuses, y toda la hostia.

En fin. Que si este día no fue el que dio comienzo a la genofobia, no entiendo qué suceso ha podido ser.

O si...?

lunes, 1 de febrero de 2016

Anotación 61

Un día, hace varios años, había quedado con una amiga para hacer el sexo en su casa.

El camino hasta allí desde mi hogar, transcurre por una laaaaarga y sinuosa calle, que puedes tardar 30-40 minutos en recorrer.

Inicié el paseo confiado. Con ganas, incluso.

Poco a poco, dar el paso siguiente se me hacía más complicado. Empezaba a pensar y repensar lo que iba a suceder. La exposición al cuerpo, a la carne, al sentimiento.

Que no, no recuerdo cual fue el motivo que me hizo pensar "me doy media vuelta". Pero sé que, no sé, sé que tuve miedo, que llevaba mucho sin follar y tenía miedo de correrme muy rápido. Miedo de no estar a la altura. De no ser el hombre que se esperaba que fuese.

Vaya, que lo que me hizo dar la vuelta fue la tremenda presión que también sufrimos los hombres sobre nuestro rendimiento sexual...

Y hoy en día puedo decir que lo siento.
 Que muy gustosamente quedaría con esta mujer, para retomar aquella "conversiación" nunca terminada, apenas empezada.

Lo siento. Tal vez un día volveremos a tener una oportunidad.