jueves, 2 de febrero de 2017

Anotación 70

Hoy soñé que me gustaba el sexo. Y era algo maravilloso. Víme a mí mismo en una cama, con una mujer que atrapaba mi cabeza entre sus pechos, y me metía mano. Pero a la vez, también me acariciaba, y me decía cosas muy bonitas. Disfruté mucho. Fue algo muy placentero, y muy bonito, cosa que ayudó a que por una sola vez en mi vida, tuviese ganas de curarme la genofobia, y de disfrutar de una vida sexual plena.

¿Por qué no lo hice?
Porque al despertar, y darme cuenta de que todo había sido sueño,  y al ver que aquellas buenas sensaciones, aquellas palabras preciosas eran producto de mi propia cabeza, llegué a la conclusión de que no hay ninguna diferencia entre eso, y la masturbación. 

Así que seguiré meneándomela como hasta ahora, con la diferencia de que a partir de hoy, al hacerlo, me susurraré cosas bonitas a mí mismo.

Dedicado a mi gran amigo y lector JP, por seguirme incondicionalmente a lo largo de estas 70 anotaciones. Nos vemos en la 71!

sábado, 28 de enero de 2017

Anotación 69

Ya que esta anotación cuadra en el número mágico del amor, me permitiré el extenderme un poco. Que hay que celebrar.

Anoche salí de fiesta, y como era de esperar, el horror llegó en forma de mujer con ganas de arrastrarme hasta cualquier oscura esquina, con aviesas intenciones.

Siendo infiel a mi genofobia, me dejé llevar hasta un oscuro y pegajoso baño de un bar, indudablemente, con el entendimiento nublado a causa del alcohol, pero a medida que este se fue bajando, yo me fui poniendo cada vez más nervioso. Una mano borracha trataba de abrir mi bragueta, mientras unos labios ebrios buscaban algo no especificado por mi cuello.

Gracias a Dios, a Jesús, a Krisna, y a todos y cada uno de los dioses que en esta tierra han sido, unos golpes furibundos en la puerta nos instaban a abandonar nuestra actitud, y a dejsr libres los servicios.

Viendo clara mi oportunidad, alegando en mi defensa la importancia de la buena educación,  me aferré a aquellos golpes para, en un hábil movimiento,  abrir el pestillo, la puerta, y salir huyendo sin mirar atrás.

Esta mañana, entre resacas, visitas al váter y caldos de pollo, me pregunté qué pensaría aquel hombre que con tanta insistencia quería entrar al baño, al encontrarse a una mujer con las tetas fuera dentro de aque lugar pestilente, gritando "dónde hostia vas", mientras que el hombre que huía, que no es otro que un servidor, gritaba "A donde el sexo no pueda encontrarme!"

miércoles, 25 de enero de 2017

Anotación 68

Hoy he vivido una paradoja genofóbica.

Me he subido a uno de los buses de la línea 15 del transporte urbano de mi ciudad. La conductora, mujer encantadoramente hermosa y hermosamente encantadora, me ha guiñado un ojo al devolverme el cambio de los dos euros que le di para pagar el euro con treinta y dos con el que nos estafa el alcalde.

Y no sólo me ha guiñado el ojo, sino que al hacer el movimiento de entregar las monedas,  nuestras pieles se han tocado durante un breve multidimensional momento. La paradoja viene cuando, debido a este rozamiento, me pongo cachondo.

Y el ponerme cachondo me genera ansiedad.

Pero esta vez, por parafilias siniestras del destino,  la ansiedad me ponía aun más cachondo. Malísimo, me puse.

Concentrándome en las personas repelentes de las asociaciones de padres de los colegios privados,  logré parar aquella locura.

Ahora tengo que salir media hora antes de casa, porque ya no puedo coger la línea 15.