lunes, 8 de diciembre de 2014

Anotación 40 (Sin sexo)

Puede que fuese una falsa alarma. O simplemente que tenía sueño. El caso es que ya no me inundan esos sentimientos feos. El hecho de haberse fumado un porrillo puede haber influido, pero también puede que no.

El caso es que repasando mis escritos, me encuentro con un poema escrito hace poco, y que, pues oye, me gusta bastante y quiero compartir aquí.




Me veo alistado en las filas
de un ejército imaginario.

Noto cómo surge la insurgencia.
Cómo toman, por  rehenes
a las neuronas importantes,
y queman los estantes de la ciencia.

No sonarán gaitas en mi funeral.

No habrá salvas al aire.
A mi no me desaparecerán.
Me uniré a la tierra justo antes
de que vengan a matarme.

Que doblemente, se oye el toque,
la campana del ángelus ya suena.
¿ Cual es la decisión ?
¿Qué, desde arriba se ordena ?

Ah, ejército inconexo, 
ejército sitiado.
Destino de todos, olvidar,
y destino de uno, ser olvidado.

¿ Dónde caeré ?
¿ Bajo cielo irlandés?
¿ Y dónde está mi patria ?
¿ Aquí o donde quiera imaginarla ?

No me dejan imaginarte.
Que la causa, la misión,
dicen ellos " es más importante "

No hay misión. No hay salvación.
Solo hay niebla cubriendo los valles.
Y hay días en los que renaces,
pero te falta un escalón.

Aun es insalvable. ¿ Cuánto tiempo ?
No lo sabe usted…¿ y lo sabré yo ?
Tal vez no funciona la radio de campaña.
Habrá informadores detrás de la ventana…
debe no importar. Pero importa.
Hay cosas que no se pueden dejar pasar.
Una espada sin filo se puede afilar.
Un arma oxidada se vuelve a oxidar.
Pero la llamada a las armas ya ha sonado,
y la hay que contestar.

¿ Eres tú aquel chico
que golpeaba los tambores
cuando todos los mayores
fueron a la guerra ?
 Pues es hora ya muchacho,
de que cojas tu destino
y os hagáis buenos amigos.
No salvarás la aldea,
pero alimentarás tu idea.
Vé. Vé y no vuelvas.
En tu pasado de ti ya nada queda.
Que tú eres ya alguien para otros.
Yo soy otro tú. Y tú eres otro yo.
Y existes porque para ti existo,
y para ti todos existimos.
Escoje. Y lucha. Y llora.
Y grita, y sangra, y desóllate.
Verás como al final del camino
tu sangre ya habrá secado,
y alguien habrá a tu lado
que te de los buenos días
y te haga desencordar el arco.


El chico bardo ha ido a la guerra.
El poeta se ha alistado.
En las filas de los muertos lo encontrarás.

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